Cuando nos proponemos realizar un viaje a un territorio nuevo, realmente estamos motivados por una realidad cultural que nos resulta interesante y al mismo tiempo nos suguiere experiencias nuevas. Solemos hacernos una composición de lugar sobre el patrimonio cultural, natural, etc.., que vamos a visitar y también nos interesa saber el nivel de valoración que la sociedad local le otorga.
Cualquier persona demanda espacios que tienen una cultura propia y autentica, intentando escapar de esos espacios construidos artificalmente, sin relación con alguna de las tradiciones locales. Nos gusta sentir que el espacio que nos acoge tenga una cultura viva y dinámica, donde los creadores y artesanos complementan los elementos más tradicionales con nuevas creaciones más contemporaneas.
El patrimonio cultural y el modo de vida local hacen singular el territorio, intentando reequilibrar las características propias con el fenómeno de la globalización. Lo diferente o singular de cada territorio debe desarrollarse en una realidad global, integrando la tradición con la modernidad y aspectos innovadores.
Estamos hablando de un sector estratégico para cualquier territorio ya que genera empleo directo y posiciona al propio espacio como un destino turístico con valores añadidos que podrán ayudar a dinamizar la economía y aumentar las oportunidades de negocio.
Es esencial que los territorios fortalezcan y desarrollen su identidad, dentro de un proyecto conjunto de desarrollo en el que se incluirán los equipamientos y servicios básicos mínimos, los recursos humanos y todo aquello que sea necesario para un desarrollo sostenible y en el cual la sociedad local tenga un protagonismo primordial.
En este sentido, los habitantes son los verdaderos protagonistas y artìfices de la cultura de un territorio, ya sea como creadores, organizadores, productores, conservadores o veladores de la identidad local. El turismo debe explorar las posibilidades de exponer las diferencias culturales de un territorio con otro y no las similitudes, reforzando esas diferencias, poniendolas en valor y dándolas a conocer de la manera más atractiva y por los canales más adecuados.
Para lograr todo esto es necesario elaborar un "manual" de gestión integral donde se de cabida a todos los sectores implicados y que el turismo sea un motor económico que cubra las necesidades de los ciudadanos y del propio territorio.
Bibliografía. Antonio Sánchez del Valle.
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